Críticas

FRANCISCO FABREGAS se denomina a sí mismo, «artista decorador». Empero, la doble serie de obras suyas expuestas en la Galería Witcomb lo presenta como pintor de caballete. Exhibe allí óleos y litografías policromadas: figuras, paisajes urbanos, temas fluviales, todos ellos referidos a París.

 

La Nación: «Exposición Francisco Fábregas», Buenos Aires, 17 de mayo de 1940 (por José León Pagano)

Técnica fácil, de mano pronta y pincelar suelto, da a sus cuadros el aspecto de impresiones ágiles, destinadas a reducir escenas de conjuntos movidos, de ambiente, interiores de cafés o de escenarios sintetizados en algunas figuras danzantes. Para los primeros suele ubicar una o dos medias figuras en primer término e indicar otras en el fondo de la composición, logrando con ello efectos extensivos bien observados. Así en «Chez Dupon Latin» y «Louise – Café la Rotonde».

En otros, como en «Cassière du restaurant», la figura integra lo descritpivo del ambiente, limitado a las figuras en «Deux amies – Café la Coupole». La paleta es vivaz, con predominio del rojo, opuesto a los grises, distribuídos con fineza en algunos casos.

El pintor atrae también en otro género: el paisaje, como lo evidencia más de un acierto:

«Quai des orfèvres», «Quai Célestins», para citar dos óleos de distinto carácter y de gama diversa.

No menos significada por la calidad es la obra del litógrafo. La constituyen diez y seis «estampas» evocadoras. París, con sus puentes, calles, plazas, templos, arcos de triunfo, con su tránsito ciudadano unas veces, con su nobleza arquitectónica siempre, allí está en muchos de sus aspectos característicos. Fábregas «ha visto» y logró expresar lo percibido, poniendo a contribución de su arte un saber disciplinado y la emotividad siempre indispensable para dotar el contenido espiritual los temas figurativos.

 

Caras y Caretas: «Fábregas», Buenos Aires, 8 de octubre de 1932 (2 col. y 1 gr.)

Armonioso en la línea, que traduce con indudable gracia, Fábregas es un dibujante actual que expresa la belleza de la vida con aristocrático concepto. Señala los volúmenes en forma sobria y segura y respetuoso de la forma la indica con singular encanto. Tiene el artista sobradas condiciones propias para exteriorizar su personalidad y, es sensible que, en el presente caso, la influencia de Foujita le distraiga en el camino que recorría con paso firme y seguro.

En verdad, cuando se trata de un pintor de las cualidades de Fábregas, estos ligeros contagios son meramente accidentales, pero, indican, hasta qué punto se halla cargado el ambiente de vacilaciones y de inquietudes.

 

La Razón: «Notas de Arte: Exposición Fábregas», Buenos Aires, 6 de diciembre de 1931, 6a. edición (por Ricardo Gutiérrez, 3 columnas y 3 grabados)

……Fábregas se mantiene en un término medio muy agradable. Encántase en el movimiento de los planos que ajusta con habilidad y la impresión se mantiene fresca, sin la exajerada dureza de los buscadores de volúmenes. Es un dibujante actual que decide sus realizaciones con un fino sentido de la armonía, sacando partido de los negros con estricta sobriedad………..

Se muestra como un refinado artista, que solo piensa en evocar respetuoso la belleza de la vida, sin deformarla con interpretaciones convencionales, poniéndose desde un punto de vista que si representa un «derecho de hacer» no deja por ello de ser arbitrario. Fábregas sabe que esa deformación puede utilizarse en beneficio del movimiento, pero tiene el propio tiempo un claro sentido de la materia, que lo aleja de los trozos de latón pintado y por ello gusta representar a un cuerpo desnudo, con la gracia que le acuerda la verdad de su significación, sin empujar su preferencia en el castizo de lo que fué, con un malsano goce por lo desagradable, sea cual fuese el carácter que encierra.